Nos hace sentir realmente renovados, como que hemos recargado las baterías. ¿Por qué nos sucede esto? Una reciente investigación indica que cuando nos rodeamos de árboles respiramos oxígeno de mejor calidad y por ello sufrimos menos la ansiedad y la depresión, entre otros beneficios de la vida campestre.
Cuando pensamos en relajación y tranquilidad, la mayoría imaginamos un bosque húmedo y frondoso, el olor de las hojas después de la lluvia, mirar el atardecer desde la cima de una montaña, meter los pies en la arena en donde lo único que se escucha es la brisa marina…
Es que el hecho de estar en un ambiente tranquilo ya es sinónimo de sentirse bien. Parece arte de magia, sólo necesitamos un poco de oxígeno bueno que ingrese en nuestros pulmones, silencio y listo, la paz se apodera de nosotros. Estos entornos naturales son ideales para poder “recargar las pilas”. No siempre tiene que ser un sitio donde haya árboles, sino que la playa es un perfecto destino para descansar
Salir de la rutina y de la ciudad nos permite pensar más claramente, analizar lo que queremos de nuestras vidas, tener tiempo libre para pasar con nuestra familia o pareja, etc. Y lo bueno es que no es preciso pasarse meses internado en el medio de la montaña para poder aprovechar sus beneficios. Con una sola jornada, para empezar, basta.